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Mónica García

Mónica García
El amor...

Daniel Fernández

Daniel Fernández
... Más imposible del mundo

martes, 18 de junio de 2013

Capítulo 24 El sabor de sus labios

Miles de focos iluminando nuestros cuerpos, y flashes. Me llamaban, había que mirar para todos lados. Y una sonrisa, eso siempre. Que no falten, ya no iban a faltar. Era feliz, la persona que tenía junto a mí era la causa. Dani, mi felicidad, mi sonrisa, mi tierra como raíz. Mis sentimientos afloraban, crecían como una rosa roja que abre sus pétalos en primavera. Mi corazón era Marzo, el mes de la alegría. El invierno ya había pasado, el sol se abría paso a nuestros pies. Borraban las nubes, la oscuridad. Y todo se llenó de luz, de felicidad. Aquel día... Volvamos a aquel día...
La prensa cubría exclusivas tan sólo con nosotros. Éramos los protagonistas de telediarios, Dani Fernández había vuelto y lo hacía al lado de su novia adolescente. La felicidad nos embriagaba, todo giraba en torno a nosotros, todo era posible de nuevo. Recuerdo un momento de calma, los cámaras nos dejaron un descanso. Suspiramos a la vez, eso cansaba más de lo que pensaba. Recuerdo evadirme por la música del lugar y entonces le miré y vi en sus ojos un brillo especial, él miró para mí y me sonrió con cariño. Me apretó hacia él y me besó en el pelo. Entonces me di cuenta que ese no era el beso que deseaba, me aparté quedando uno enfrente del otro y nos miramos a los ojos. Él me observaba extrañado, yo le miré y sonreí pícara. Me fui acercando hacia él, apreté su chaqueta contra mi cuerpo y nos dimos un beso, un beso tan deseado que emocionaba sentirlo de nuevo. En mi cuerpo estallaron miles de sentimientos, mis labios se unían con los suyos de nuevo, después de tanto tiempo. Se habían echado de menos, mucho. El sabor de sus labios rozando los míos me estremecía, me hacía feliz de nuevo. Él guiaba y yo me dejaba llevar. Me estaba volviendo loca, pero ¿qué más da un poco de locura para tanto amor? Así se vivía la vida bien. Un calor me empezó a invadir por todo el cuerpo y mis ganas de probar sus labios se hacían mayor. No fuimos consciente de que todos a nuestro alrededor se pararon a contemplar la estampa de dos enamorados, de un amor verdadero. ¿Qué más daba la diferencia de edad? ¿Qué más daba cinco, diez, o quince años más? En esta vida sólo somos almas vagando por nuestra gemela para ser feliz. Almas que no tienen edad. Eso sólo es un clasificatorio más, un número que sólo pretende separar a personas, a imposibilitar el encuentro entre dos almas gemelas, del amor verdadero. Pero nosotros no caeríamos en eso, nosotros no vimos esa diferencia, nadie la tomó a mal, y si alguien lo hacía nos daba igual.

lunes, 17 de junio de 2013

Capítulo 23 El paso del tiempo.

Recuerdo aquellos días con una sensación turbia, confusa. Con una mezcla de tristeza, de incertidumbre. Pasaron tantas cosas en tan pocos meses. Conocí a mi ídolo, lo salvé, fue el amor de mi vida, viví, soñé, le perdí durante dos meses, dos meses que los pasó enlazados a máquinas, aferrándose a la vida por culpa de una loca que le disparó. Recuerdo haber llorado tanto, recuerdo haber vivido bajo una sombra oscura que me rodeaba, que me mareaba, que no me dejaba vivir. Esa pequeña esperanza aparecía y desaparecía cuando le venía en gana. Un día, el cielo se abrió y todo volvió a ser de color rosa. Dani despertó, y mi felicidad brotó como una raíz que avanza apresuradamente por la tierra. Mi tierra era su corazón latiendo otra vez, era su risa, su voz sonando de nuevo. Eso me daba vida. Estaba bien, pasaban los días. Y pasaban junto a Andrea y Javier, mis dos compañeros de lágrimas, de penas y alegrías. Andrea, la recuerdo con mucho cariño. Pasamos momentos tan... únicos. Me demostró ser una amiga, estábamos mal y nos ayudábamos. Cuando una goma Milán nos borraba la sonrisa, cada una nos las dibujábamos en la boca. Siempre estuvo allí para apoyarme. Desapareció de repente, rota de desesperanza. Volvió meses después cuando Dani despertó. Y Javier, qué decir de él. Descubrí una faceta distinta a aquel humorista con máscara de una sonrisa imborrable. Se borró al ver a su compañero aferrarse a los pequeños escollos de vida que le quedaban. Derramamos tantas lágrimas, tanta energía compartida, tanto cariño hacia una misma persona.
Pasaban los días, Dani se iba recuperando. Nuestro amor crecía. Los días avanzaban como pequeños destellos de luz en el universo. Pasaban, eran tan únicos, pero insignificantes después de todo. Tan sólo 24 horas bien usadas, y al día siguiente igual. Mis días se basaban en volver del instituto, estudiar en el hospital, cuidar de Dani, hacer locuras con Andrea, fangirlear con Javier. Alguna noche en discotecas, invitadas VIP. Mi vida cambió de repente. La foto del periódico se publicó, me hice conocida. Los titulares hacia los periodistas sobre el estado de Dani y nuestra pareja se hacían diarios. Portadas de periódicos cada día. Me convertí en una chica conocida y popular en pocos meses. Mi vida en clase era una locura. Saqué mi curso y decidí pasar a la rama científica. El hospital me había abierto los ojos y me dí cuenta que ese era mi sueño.
Mi madre sabía más de mí por la prensa que por mis llamadas, me prometió que en navidad vendría a verme. Cogería el primer vuelo a Madrid y pasaría la navidad con su hija.
Y mi padre... bueno ese hombre no apareció más que un día y para pedir dinero. Le cerré la puerta en las narices. Aparecía de repente, después de meses sin dar señales de vida, después de haberme abandonado a mi suerte. Aparecía y no para preguntar cómo estaba o cómo estaba Dani, sino para pedirme dinero. Ahora que las cosas me iban bien.
Le he borrado de mi vida, un hombre menos en mi árbol genealógico. Aunque ya se había sumado uno, y uno muy importante. ¿Sabéis esa sensación de que lo tienes todo tan sólo a su lado? Eso sentía con Dani. Me hacía feliz, tremendamente feliz. Me mataba y me revivía con cada uno de sus besos, de sus caricias, de sus miradas, de sus te quiero. Empecé a vivir mi vida de pleno, era feliz. Y más lo fui cuando a las pocas semanas le dieron el alta. Recuerdo haber salido corriendo junto a Andrea de la habitación y hacer el avión con los brazos, correr por los pasillos y reír, reír a carcajadas. El hospital se llenó de felicidad. Agradecimos mucho todo el trato recibido por parte de todo el equipo de médicos. Cientos de globos ascendían al cielo desde las habitaciones de los enfermos, todos se habían unido tanto con nosotros. Observábamos emocionados el espectáculo desde la puerta del 12 de Octubre. Me gustaba ver a Dani desde fuera, ya no estaba dentro. Lo celebramos en un restaurante de lujo, lleno de celebridades de la televisión acompañándonos en esa velada de felicidad mutua, llena de amigos de Dani, de antiguos compañeros. Mucha gente conocida, muchos cámaras, periodistas, nos acompañaban para sacar alguna exclusiva más. Pero la exclusiva la tenían delante de sus ojos. Dani y yo. Fuimos el centro de atención durante toda la noche. El recuerdo de aquella cena lo tengo grabado en la mente como si fuera ayer, fue unos de los días más felices de mi vida. Yo llevaba un vestido que me cubría un poco más de las rodillas, pero dejaba ver mis piernas. Era rosado, más bien salmón. Se unía al cuello por un lazo del mismo color y dejaba descubiertos mis hombros. Las mangas caían de mis brazos, dándole un toque clásico y elegante. También recuerdo los tacones que llevaba, eran preciosos, perfectos para mí. Eran rosados, haciendo juego con el vestido y en su punta tenían pequeños diamantes engarzados. En el tacón, cubría un encaje negro y dejaba libre mis pies, dándoles una comodidad máxima. También llevaba accesorios, dos pulseras, una en cada brazo. De plata, eran preciosas. Y un collar de cristal que enamoraba. La verdad que me sentía una princesa, la compañía de Dani lo mejoraba aún más. El vestía traje de chaqueta y en su mano aún llevaba un vendaje por los incontables tubos de sueros y medicamentos que le pusieron en el hospital. Recuerdo los flashes de las cámaras de los periodistas, sus llamadas. Nuestras miradas. Sonreía, sonreía mucho. Y era una sonrisa pura, verdadera, porque me hacía muy feliz que después de tanto tiempo, le pudiera ver de pie a mi lado, sentir que le había recuperado y que estaba bien de nuevo. Esa era la sensación más bonita del mundo, os lo aseguro.

viernes, 7 de diciembre de 2012

Capítulo 22

Daniel llega a la puerta, entra silenciosamente.
Al oír el crujido de la puerta al cerrarse, Mónica desvía su mirada hacia la ésta y ve que Daniel ha llegado.
- ¡Hombre! ¡Por fin has llegado! ¿Dónde has estado?- Se acerca a darle un beso.
- He... he estado viendo a Keyla...- Mónica se aparata de él rápidamente, sorprendida. Al final se ha quedado sin beso.- Es que estaba tan mal que... bueno.- Por la mirada de enfado de Mónica, intuye que la idea no le entusiasma demasiado.- Bueno, lo siento, yo sólo...
- No tienes por qué sentirlo.- Una respuesta seca y escueta, esto inquieta más a Daniel. Le mira y aparta la mirada rápidamente de él.
- Sí, es que no quiero que te enfades conmigo...
Mónica le mira de nuevo.
- No estoy enfadada...
Los dos se quedan en silencio, hasta que es Daniel quién prosigue.
- Yo sólo hice lo que creí oportuno, esa chica... Me dio lástima verla así...
- ¡¿Lástima?! ¡Dani, estamos hablando de la chica que te disparó! ¿La misma chica que casi te mata!- De acuerdo, ahora sí que ha conseguido enfadarla...
- ¿Ves cómo si estás enfadada?- Se le escapa una risita al decirlo.
- Dani...- La chica resopla cansada.- No estoy enfadada contigo...- Ahora sí, se acerca a él y le besa dulcemente para desmostrárselo. Él le mira con una sonrisa, satisfecho. Ella también sonríe, aunque su sonrisa se apaga más pronto.- Con la que estoy enfadada es con Keyla...
- ¿Y qué más?- El tono de Daniel suena como el de un maestro que intenta sacarte las palabras adecuadas de la lección.
- ¿Cómo que qué más?- Confundida, la chica hace una mueca de desagrado.
- Se refiere a que cuáles son los otros motivos de tu enfado.- Javier se suma a la convesación, indirectamente.
- Exacto.- Puntualiza Daniel con voz suave.- ¿No será que lo que te molesta realmente es que haya ido a ver a... otra chica?
- ¿Qué?- El gesto y tono de Mónica ha cambiado rápidamente de la confusión a la incredulidad.- ¿Me estás diciendo que estoy celosa?
- Bueno, eso ya lo has dicho tú.- Añade Javier con un tono sarcástico.
- ¿De Keyla?- La boca y los ojos de Mónica no pueden estar más abiertos, fruto de la incredulidad.
- Si lo preguntas es porque es verdad, ¿no?- Daniel mira a Javier, cómplice de la broma, y le guiña un ojo.
Andrea ríe mientras ve el espectáculo.
- Oh, oh.... ¿Perdón?- La chica se acerca a Javier, desafiante.- ¿Celosa yo de... esa estúpida?
Los tres restantes ríen al oír su comentario. Al ver que la cara de Mónica ha pasado del tono normal, al rosado tirando al rojo por el enfado, deciden parar con la broma y que se tranquilice.
- Mónica, creo que era una broma... O se estaban riendo de ti, esa es otra alternativa...- Andrea se acerca a su amiga, que sigue con el rubor subido y la abraza. Mirando a los dos hombres, añade entre risas.- Que malas personas que sois...- Y más risas.
Entonces, todos, incluso Mónica, comienzan a reír a carcajadas hasta que sus risas invaden la habitación.

En Gran Vía, en una conexión telefónica~
Pablo intenta poner un tono cariñoso.
- Pero Fabi, cariño, ya te he dicho que lo siento... Perdóname...
- Está bien, pero antes tendrás que prometerme una cosa.
- Sí, lo que tu quieras.
- Prométeme que no te enfadarás más por una tontería como la de antes.
- De acuerdo.- Su tono no es demasiado estable, pero creíble.
- Y que no te importará que salga con antiguos amigos de la facultad.
- Vaaaale...
- Y que me llevarás a un buen restaurante esta tarde para rencompensármelo.- El tono burlón que usa Fabianne hace reír a su novio.
- Está bien, te llevaré al mejor restaurante de Madrid.
La chica ríe y prosigue con su lista.
- Y una última cosa.
- Lo que sea.
- Dime que me quieres.- Los dos se ruborizan en las dos líneas.
- Te quiero.
- ¡Grítalo!
Pablo sonríe en la otra línea, las ideas de esta chica...
- ¡Te quiero Fabianne Sortuoir, te quiero muchísimo!- Y grita con todas sus ganas, casi se queda sin voz. Mira a su alrededor y ve las miradas de las demás personas clavadas en él, lo miran con curiosidad y comentan entre risas.
Ha conseguido silenciar a toda la Gran Vía, que ahora parece observar al chico. Parece que ese chico les ha parecido un verdadero romántico. Entre comentarios y risas empiezan a notarse aplausos de admiración, cada vez más y más personas se unen en los aplausos.
Pablo se queda sorprendido por la escena.
- ¿Que es eso que suena de fondo?- Fabianne escucha confundida.
- Nos aplauden.- Pablo sube el brazo con el móvil.- Escucha.
Los dos escuchan los aplausos emocionados, las peleas entre ellos han cesado para siempre, está claro.
- Te quiero, cariño.
- Y yo a ti, preciosa.- Y le lanza un ruidoso beso a través del móvil.
Los aplausos van cesando poco a poco y la calle, al igual que la gente, va volviendo a la normalidad. Pero ha sido bonito ese gesto tan cariñoso, ya no se ven todos los días. Y es que a veces hace falta amor, mucho amor, incluso en una ciudad tan grande e inmensa como Madrid.



Capítulo 21

Pablo da un sorbo a su café y apoya la taza de nuevo en la mesa. Suspira. Su móvil comienza a vibrar de repente, lo coge y lo mira. Otro mensaje de Fabianne. ¿Cuántos van ya? ¿Veinte? ¿Treinta quizás? Y en menos de media hora. Esta mujer no tiene remedio...
De nuevo, su móvil vuelve a vibrar. Tras un nuevo resoplido, mira su teléfono. Otro mensaje. ¿Es que Fabianne no piensa darse por vencida? Uff... Pulsa el botón central para verlo. Se sorprende al ver que no es Fabianne quién le manda el mensaje, sino que es de su amigo Javier:      
Pablo, me ha llamado Fabianne para saber si estabas conmigo. Está bastante preocupada. ¿Dónde estás? Sea el que sea el motivo de la pelea, no le des demasiada importancia y vuelve a tu casa con ella. El amor lo puede todo, ¿no? Ja, ja, ja... Bueno ya me contarás que ha pasado, y dónde te has metido. Llámame cuando puedas, ¿ok? Y perdona a tu novia, anda... :-)
Pablo relee el mensaje de nuevo, y lo vuelve a leer una vez más. No se lo puede creer. ¿Javier hablando de amor? ¿De que perdone a su novia? ¿De que si ''el amor lo puede todo''? ¿Está hablando bien de Fabi? Él, que la odia tanto, que no la puede ni ver... ¿La está disculpando?
Toma un nuevo y largo sorbo de café y vuelve a leer el mensaje. Esto es increíble. Pero lo más extraño es... ¿Cómo se ha enterado él de todo esto? ¿Le habrá llamado Fabianne? Pero si ella no tiene móvil... Se toca el bolsillo del vaquero y rebusca en él. Comprueba que no hay nada, salvo su cartera, en aquel bolsillo. Resopla. Se ha dejado el móvil del trabajo allí, en casa. Genial... Menos mal que tenía el otro.       
Sigue pareciéndole increíble que su amigo y su novia hayan mantenido una conversación estable y sin insultos de por medio. Esos dos, que se odian hasta más no poder. Madre mía...
Se le escapa una risita al pensarlo.
Da otro sorbo al café y se guarda el móvil en el bolsillo. A los pocos segundos vuelve a vibrar, menos mal que lo puso en silencio. Pero en vez de mirar el mensaje, sigue con su taza de café. Dándole vueltas a todo los acontecimientos de hoy. El teléfono vuelve a sonar. Otro mensaje de Fabianne…

~En un lugar más apartado del centro de la ciudad, en el hospital...
Raúl está sentado en el borde de la cama de Keyla. Le mira con una pequeña sonrisa en la cara.
Ya lleva ahí una media hora más o menos. Al llegar, se fue directo hacia Keyla, a la que le costó varios minutos asimilar la visita del mejor amigo de su exnovio. Se notaba que todavía estaba un poco afectada por la ruptura tan inesperada.
Lo primero que hizo Raúl fue preguntarle como se encontraba y tras varios minutos en los que escuchó atentamente lo que la chica le contaba, varias sonrisas forzadas y no tanto, llegó el momento de la verdad. De decirle a Keyla por lo que venía realmente. Al principio le costó un poco sacar las palabras adecuadas, no sabía cómo decírselo y se le notaba bastante que estaba nervioso. Pero al final se lo dijo. Le declaró todo lo que sentía por ella, le dijo todos los meses en los que pensaba en ella, los que había sufrido en silencio por tenerla entre sus brazos. Que estaba enamorado de ella. Que la quería con todo el amor con el que podía y le permitía su corazón reservarle a ella.
En su cara vio desde la confusión hasta la sorpresa. Aunque eso no le molestó demasiado. Raúl ya se esperaba una reacción así de ella.
Se quedaron los dos en silencio, varios minutos. Para el chico, demasiados largos para su gusto. Pero no quería agobiar más a Keyla con eso.
Ella, sentada en la cama, asimilando aún las palabras de su amigo, estaba pensativa. Y él estaba sentado en el borde de su cama, a su lado, mirándola, esperando ansiosamente una respuesta.
Y así pasaron varios minutos más, hasta ahora. No había pasado nada más. Allí, en aquella habitación de hospital, los dos juntos sentados uno al lado del otro. En silencio. Hasta que es Keyla quién decide romperlo con una pregunta.
- Dices que te has peleado con Marcos, ¿no? Tu, hasta entonces, amigo del alma.
- Ahá.
- ¿Por qué?
- Porque es un imbécil… Pero sobre todo, porque te quiero.- Raúl le mira a los ojos.
- No es verdad lo que dices, mientes.- Hace una pequeña mueca de enfado.
- ¿Qué? ¡Claro que te quiero! Llevo amándote durante meses, en silencio.- Se acerca aún más a ella y le acaricia suavemente la mejilla. Le mira, le busca la mirada, pero ella se resiste y no le mira. Entonces coge suavemente su barbilla y la guía hasta él, haciendo que le mire. Sonríe satisfecho. Los dos se sonrojan un poco.
- ¿Lo dices de verdad?- Un poco azorada, aparta la mira de nuevo. Pero rápidamente cae en sus redes y le vuelve a mirar. A sus ojos. ¿No son los más bonitos que ha visto jamás? Ojos verdes. ¿Por qué no se había fijado antes en él?
Es entonces cuando Raúl, en forma de respuesta, acerca su boca a la suya y aprieta sus labios a los suyos, dulce y cariñosamente. Keyla se sorprende, pero se deja llevar. Una sensación de calor que ya había sentido antes, le recorre todo el cuerpo, se estremece. Le encanta. Y hasta puede decir que está realmente feliz. Los dos lo están.
Él separa la boca de la suya y se mueve hacia abajo para besar su cuello.
- Eres preciosa.- le susurra suavemente.- Eres preciosa…
- Nunca pensé que te gustaba... Nunca pensé qué...- Pero el chico la silencia con un nuevo beso. Éste aún más apasionado.
- Me gustas demasiado...- Responde acalorado.- Te deseo demasiado...
Keyla clava su mirada en Raúl fijamente.
- ¿Me quieres?
El chico sonríe acalorado.
- Sí, princesa... Te quiero muchísimo.
Keyla sonríe y le mira desafiante.
- ¿Y me amas?
El chico le mira incrédulo, ríe y sin perder un sólo segundo, la vuelve a besar.
<< Me lo tomaré como un sí. >>- Piensa mientras prueba el sabor de sus labios de nuevo. Son dulces. Saben un poco a tabaco, pero no le importa. Ahora sólo se limitará a disfrutar de sus besos, de su amor, de Raúl. De su Raúl

Capítulo 20

Mónica se sienta en la cama de Daniel, impaciente.
- ¿Dónde crees que habrá ido?- Andrea mira a su amiga, pensativa.
- No lo sé.- Resopla y mira la hora de su reloj.- Ya han pasado quince minutos...
Las dos chicas se miran y suspiran. ¿Dónde se ha metido Daniel?
  De repente llaman a la puerta. Después de tres toques se oye una voz.
- ¿Se puede?- Y es la cabeza de Javier la que se asoma por la puerta.
- ¡Javier!- Las dos chicas corren hacia él y lo reciben con besos, abrazos y todo tipo de halagos. Cuando terminan entran todos juntos y cada uno se sienta en una butaca.
- ¡Vaya! ¡Qué recibimiento más caluroso!- Javier ríe y mira sorprendido a Andrea.- Has... has vuelto.- La chica asiente y se abrazan.- Qué bien que hayas vuelto, Andrea.
- Ya ves...- Su amiga le sonríe.
- Siento haberme ido así, de verdad...
- Pero al menos has vuelto, ¿no?- Javier les mira con un gesto cariñoso. Luego echa un vistazo a la habitación buscando a su compañero- ¿Y Daniel?
- No lo sabemos, se fue hace unos quince minutos y no nos dijo a dónde. Sólo nos dijo que le esperásemos aquí...- Mónica mira de nuevo la hora.- Y de momento sigue sin aparecer...
- Vaya, para un día que vengo a verle y no está...- De repente, la sintonía de Nada es para Siempre, de Héroes, comienza a sonar desde el bolsillo de la chaqueta de Javier.- Y ahora, ¿quién me llama?- Resopla y coge el móvil. Ve que es Pablo quién le llama. Desliza el dedo sobre la pantalla para descolgar y responde.- ¿Sí? ¿Pablo?- La voz que responde a su llamada no es de su compañero, sino de su novia.
- No, no soy Pablo, soy Fabianne.
- Ah... Hola, ¿qué haces con el móvil de Pablo? ¿Ya estás cotilleando con los móviles de los demás?- escucha un suspiro en la otra línea.
- Javier, por favor...
- Si no quieres que te diga nada, ¿para qué me llamas?
- ¿En serio crees que me interesa tanto lo que haces como para llamarte?
- No lo se, yo sólo sé que me has llamado para hacerme perder el tiempo.- Va a colgar, pero antes de que lo haga, Fabianne lo interrumpe.
- ¡Por favor, no cuelgues! ¡Espera!
- Ah... así que ahora me reclamas... Bien, bien...
- Javier... Esto es serio...
- Está bien, ¿qué pasa?
- ¿Está ahí Pablo contigo?
- ¿Qué? Claro que no. ¿Por qué? ¿Ha pasado algo?
- Es que...- Fabianne se queda en silencio durante unos segundos y prosigue.- Se ha ido de casa...
- ¿Qué? ¿Qué le has echo? Ya la has vuelto a liar, si es que...
- Oye, oye... Que yo no tengo la culpa... Es que nos hemos enfadado y se ha ido... Y no se a dónde...
- ¿Y qué se supone que haces tú con su móvil?
- Se fue corriendo, estaba furioso. Y se dejó olvidado aquí el móvil. Pensé que habría ido contigo o... algo.
- Pues ya ves que no...
- ¡Oh, Dios! ¿Y dónde puedes estar?- La mujer se desespera.
- Tranquila, ya le busco yo...
- ¿En serio? Ay, muchas gracias, Javier...- Por primera vez en la conversación, Fabianne consigue sonreír.
- De nada, para eso estamos.- Durante unos segundos, los dos se quedan en silencio. ¿Le está dando las gracias? ¿Y él le ha hecho un favor? Increíble.
- Si lo encuentras, convéncelo para que vuelva a casa, por favor.
- ¿Contigo? El pobre se merece otra mejor...
- Javier...- Fabienne resopla, cansada ya de sus jueguecitos.
- De acuerdo... Ya paro...- Se ríe.- Le diré que vuelva contigo...
- Muchas gracias.
- Pero no te acostumbres a esta amabilidad, ¿eh?
Fabianne sonríe en la otra línea.
- Tranquilo, no me voy a acostumbrar...
Los dos ríen.
Dentro de poco se entablará una bonita amistad entre los dos, aunque ellos aún no lo sepan.

~En la habitación de Keyla, unos minutos más tarde...
Keyla sonríe y se tumba en la cama de nuevo. Abraza delicadamente a la almohada. Sonríe de nuevo. Ya está más tranquila, lo que le dijo Carmen es verdad, hay que pasar página.
Todo el mundo tiene historias, horribles o preciosas. Y tarde o temprano, cada historia se sacaba, se examinaba, se contaba y después se dejaba a un lado. Eran cosas que habían ya pasado, no estaban ocurriendo ahora.
Pero lo que más feliz la hace es que Dani le haya perdonado. ¡A ella! ¡Después de lo que hizo! Sí... La verdad es que es el mejor...
Carmen mira a la chica y se ríe.
- Ya veo que estás mejor.- Keyla le sonríe amablemente.- Te ha venido bien hablar con él, ¿eh?
- Sí...- Se levanta y sienta en la cama.- La verdad es que... ha sido bastante bueno y... comprensivo.
Las dos ríen.
Carmen sale un segundo de la habitación y en cuanto abre la puerta, pega un respingo. Hay otro chico ahí, que en ese mismo momento iba a llamar a la puerta. Los dos se sorprenden.
Keyla mira hacia la puerta. Y mira al chico, incrédula.
- ¿Ra... Raúl?

Capítulo 19

<< -¡No le dispares, déjale!- La voz de la chica suena ahogada y desesperada.
Tú miras la pistola de nuevo, ¿de verdad vas a hacer esto? Sí, se lo merece. No sabes el por qué, pero aun así... aprietas el gatillo lentamente, para que la espera de la otra chica sea más agonizante. Sonríes.
- Es lo que mereces. Por fin me vengaré de ti.- Y entonces, aprietas fuertemente el gatillo. Suena el disparo.
- ¡Nooo! ¡Dani!- La chica corre desesperada hasta él.
Ves como su cuerpo cae al suelo. Ese cuerpo herido. Ese cuerpo sangrante. Ese cuerpo... de tu ídolo. >>
Abres los ojos rápidamente.
- ¡No, no! Dani...- Tu voz suena débil y cansada
- Tranquila Keyla... Tranquila cielo...- Carmen te acaricia el pelo preocupada, mientras ve, como en sueños, sufres sin quererlo.
De nuevo, el sueño te invade. Cierras los ojos y el recuerdo prosigue.

<< Oyes a la chica llorar desesperada junto a Daniel.
Tiemblas. Un sudor frío recorre todo tu cuerpo. Has matado a un hombre.  No, peor aún, has matado al hombre al que amabas. Has matado a tu ídolo.
Escuchas a las dos chicas gritar y llorar. Una imagen impactante.
Sin darte cuenta se te cae la pistola al suelo. Estás atónita por lo que has hecho. Junto a la pistola, tú también caes al suelo. La miras, la coges. Y sin dudarlo, aprietas el gatillo otra vez.
De nuevo se escucha otro disparo. La calle se queda muda, ni un sólo ruido. Otro disparo más. Aunque ese ha caído en otro cuerpo. En el tuyo>>

- ¡Ah!- Te despiertas agobiada y nerviosa. Miras a tu alrededor y frenéticamente ves la cara de Carmen, la habitación, los tarros de suero. Sientes como si tu pecho estuviera hueco. Tragas saliva, intentando borrar la visión que has tenido que predecía tus desmayos.
- Por fin has despertado.- Carmen te mira cariñosamente desde la puerta del aseo de la habitación.- ¿Te encuentras bien, Keyla?
Tú sonríes sin apenas ganas y te levantas cuidadosamente de la cama. Te acercas hasta ella y le miras preocupada.
- He tenido de nuevo esa pesadilla.

~ En un lugar más alejado del hospital, en el centro de la ciudad...
- ¡Taxi!- Raúl mueve los brazos estrepitosamente para llamar al vehículo.
Éste cruza la calle sin problemas. Aunque hay raya continua, al taxista no parece importarle. Rápidamente se acerca a la acera y frena. Raúl abre la puerta y entra.
- Gracias.- Una pequeña sonrisa y se acomoda en el asiento.
- ¿A dónde le llevo?- La voz del taxista es grave, pero a la vez agradable y peculiar.
- Al hospital 12 de Octubre.
- De acuerdo, pues como el señor mande.- La voz y el entusiasmo que añade el taxista a la frase hace sonreír a Raúl.
Durante unos segundos los dos se quedan en silencio, solo se oye el ruido de la radio de fondo.
De repente suena un pitido que hace sorprenderse a Raúl, es su BlackBerry. La saca de su bolsillo y mira el mensaje que le ha llegado al WhatsApp:
Raúl tío, ¿dónde te has metido? Marcos está cabreadísimo contigo. La has hecho buena...
Y un emoticono sacando la lengua es el que finaliza el mensaje. Es de Luis, al parecer Marcos se lo ha tomado bastante peor de lo que esperaba. Pero tampoco le importa demasiado. Ese ahora no es el tema que más le preocupa. No piensa volver por allí. Ahora sólo se preocupará de la chica de la que está enamorado. Cuando se le ocurrió la idea, estuvo dudando en si ir o no, pero ahora lo tiene más claro que nunca. Va a ir a ver a Keyla al hospital y le va a declarar su amor.

~En el hospital, en la habitación de Keyla, en ese mismo momento...
Carmen está sentada junto a Keyla. Apoyada en la cama, intenta consolarla:
- Keyla, cielo, tienes que comprender que eso ya ha ocurrido. Ya forma parte del pasado. No estás allí ahora, estás aquí. No vivas en el ayer, eso ya no lo podrás remediar...- Carmen sonríe levemente mientras le acaricia el pelo.- Vive el ahora, el presente. Eso es lo que vale, lo que cuenta.
- Ya pero...- Keyla mira a su enfermera aún un poco resentida.
- Mira, todos a lo largo de nuestra vida hemos tenido problemas, muchos problemas, que durante los años siguientes los hemos intentado olvidar. Después de un tiempo, los olvidamos y los utilizamos como anécdotas para contar en ocasiones especiales, en fiestas… - Carmen para un segundo y prosigue.- Lo que quiero decir es que tendrías que pasar página, olvidarte de eso ya. Eso ha pasado y tienes que asumirlo. Ya no puedes hacer nada por remediarlo.
- Y cómo pretendes que pase página, ¿eh? Me van a llevar a juicio. Y no voy a poder dejar de verle. Así, ¿cómo voy a conseguir olvidarle?
Carmen se acaricia la sien, pensativa.
- No lo sé cielo...
En ese momento, llaman a la puerta. Las dos pegan un respingo por el asombro.
- Pase, está abierta.- Carmen se levanta y abre la puerta del todo.
Keyla se queda asombrada al ver quién la ha visitado.
- ¿Da... Dani?
Éste sonríe tímidamente y entra cuidadosamente en la silla de ruedas.
- Hola.- Se acerca hasta su cama y mira a la enfermera.
Ella pilla la indirecta de éste y se va de la habitación.
- Os dejo solos, que tendréis mucho de lo que hablar.- Y tras decir esto se marcha de la habitación.
Los dos sonríen incómodos. Se miran y empieza la conversación. Es Daniel quién comienza a hablar.
- Bueno... Keyla, ¿es así como te llamas verdad?
La chica asiente rápidamente.
Daniel ríe y prosigue:
- Pues Keyla, dime, ¿te encuentras mejor ya?
- Eh... Sí, si...- Un poco confusa le sonríe. No esperaba esa pregunta de él.- Gracias.
- Me alegro.
Los dos se quedan en silencio durante unos segundos.
- Dani.- El chico fija la mirada en Keyla.- No es eso a lo que has venido, ¿me equivoco?
Daniel niega con la cabeza.
- Has venido por lo de la policía, ¿no?
- Ahá.
La chica le mira cabizbaja.
- Mira, Keyla, sinceramente yo por mí quitaría la denuncia y quedarías fuera de culpa, no me gustan estos líos...- Le mira de nuevo y sigue hablando.- Pero es que Mónica se ha empeñado en que eres tú la culpable y...
- Es que yo soy la culpable, Dani.- No duda en recalcar el <<yo>>.
- Bueno ya, pero...
- Dani, yo fui quién te disparé. Todavía no sé muy bien el por qué, pero... supongo que jamás le encontraré un por qué a todo esto.- Esboza una pequeña sonrisa de tristeza.- Yo nunca te haría daño... Y si esa vez lo hice fue por el efecto de las drogas que me hicieron tomar...- Le mira cabizbaja y prosigue.- Volviendo al tema... Yo soy la única culpable de todo esto...
- Pero...
- No, Dani, no... Yo te disparé. Te podría haber matado... No voy a negarme a ninguna condena, yo soy la única culpable...
- Bueno, si tú lo dices...
- Dani, a mí las condenas no son lo que me importan. Yo lo único que te pido es que, por favor, puedas perdonarme.- Sonríe.- Es lo único que quiero. Lo único que necesito. Por favor...
Dani le mira sonriente y le responde con un abrazo. Keyla lo recibe con sorpresa. Y se emociona. Empieza a llorar como una niña. Pero no cómo ayer. No. Ahora llora de alegría, de emoción.
Cuando el abrazo termina, Keyla se seca las lágrimas. Daniel le sonríe.
- Pues claro que te perdono. Sé que no lo hiciste intencionadamente... Bueno, sí, pero estabas drogada, así que...- Le regala un gesto cariñoso.- Lo que no te puedo asegurar...- Fija su mirada en Keyla.- Es que las chicas te perdonen, eso ya... es más improbable... Más bien, imposible.
- No pasa nada, yo en su lugar haría lo mismo. Tampoco perdonaría a la chica que hizo daño a mi ídolo... De hecho... no me voy a perdonar jamás lo que te hice...
Daniel apoya su mano en su regazo.
- Tranquila...
Keyla mira, un poco más alegre ya, a Daniel.
- Dani, en serio... ¿por qué eres así de bueno siempre con la gente?
- ¿Qué?- El chico queda asombrado por la pregunta.- ¿Qué quieres decir?
- Pues, joder, que casi te mato y aun así me tratas como si no hubiera pasado nada...
Daniel suelta una carcajada tras la respuesta de la chica.
- ¡Qué exagerada que sois todas! ¡Que no me iba a morir!
- No, que va...
- Bueno... Pero de momento sigo vivo, ¿no?
- Hombre, a no ser que yo me haya vuelto una médium y esté hablando con un fantasma...- Acerca su dedo lentamente hasta su hombro y lo toca.- ¿Lo ves? No lo ha atravesado, no eres un fantasma.- Se empieza a reír.- Así que creo que sí, que estás vivo.
- ¿Crees?
Keyla suelta una carcajada.
- Bueno vale, lo confirmo... Sigues vivo.
Los dos ríen. Cuando las risas acaban, se miran en silencio durante unos segundos.
- En serio, Dani, gracias por perdonarme.
El chico le observa sonriente.
- Bueno, me tengo que ir ya.
- De acuerdo, gracias por venir, Dani.
Daniel le sonríe y se va. Al salir, se encuentra, enfrente de él a Carmen, la enfermera de Keyla, que ha estado escuchándolo todo desde fuera.
- ¿Ya se va?
- Sí, las chicas me estarán esperando.
Carmen apoya su mano en el hombro del hombre, agradecida.
- Muchas gracias, Keyla necesitaba su apoyo. Necesitaba hablar con usted.
- No es nada, al fin y al cabo es otra de mis seguidoras, ellas son las que me dan de comer.- Carmen ríe.
- Una vida dura la de estrella de la radio, ¿no?
- Uy... No lo sabe usted bien...
Los dos ríen y Daniel se va hacia su habitación en su silla de ruedas.


Capítulo 18

- Pero, ¿enserio te crees que te vamos a perdonar después de lo que hiciste?- El tono de Mónica suena cada vez más seco y serio.
- Yo... yo creía que...
- ¿Qué creías? eh, ¿Qué?- Mónica se abalanza amenazante hacia ella.- ¿Que te íbamos a perdonar? Casi lo matas, ¿recuerdas? Destrozaste mi vida de tal manera...- De la rabia, se le escapan varias lágrimas.- Estuviste a punto de acabar con su vida...
- Yo no quería... De verdad...
Mónica mueve la cabeza de un lado para otro, desesperada.
- Tú no querías... Ya, seguro. ¿Te crees que me lo voy a tragar? ¿Qué vas de santa ahora?
- No... yo... Fueron las drogas que...
- A no, si encima te drogas... Si es que no sé por qué me extraño...- La chica suelta una pequeña carcajada.
- Yo, de veras que lo siento...
- Hombre que si lo sientes... Y más que lo tendrías que sentir.- Una mirada fugaz hacia Keyla.- ¿Tú te crees que él tiene derecho de estar así?- Mónica dirige la mirada hasta el costado de Dani.- No sabes lo mal que estuvo...
- Te prometo que si pudiera volver atrás en el tiempo y remediar lo que hice, lo haría...
- Entonces sí te perdonaría, pero ¿acaso ves alguna máquina del tiempo por aquí?- Gira el brazo indicándolo alrededor de la habitación.- No, ¿Verdad?
La chica, ya con lágrimas en los ojos, niega cabizbaja con la cabeza.
- Pues cuando encuentres alguna y regreses atrás en el tiempo para remediar lo que hiciste, entonces sí. Entonces te perdonaremos.
''Ya está con otras de sus ironías...''- Daniel ríe para sí mientras ve como la chica, Keyla, comienza a llorar desesperada.
- ¡¿Pero es que no me has entendido?! ¡Estaba drogada! El cabrón de mi novio me drogó... ¡Yo no sabía lo que hacía!- El tono de voz de la chica sube, fruto de la desesperación.
- Ya, no sabías lo que...
- ¡No, no sabía lo que hacía!- Ahora es Keyla la que se abalanza hasta Mónica amenazante.- ¿Te crees que estando consciente de mí misma le hubiera disparado? ¡Por dios, le quiero! ¿Comprendes? ¡Yo también soy una fan como vosotras!-Su respiración aumenta cada vez más, se pone nerviosa y la voz le tiembla muchísimo.- Yo también soy fan...- Siente que todo le da vueltas, que se marea.- Yo... también...- Su voz se vuelve de repente más débil- Le... quiero...- Y tras decir eso, cae al suelo. Abatida, sin fuerzas. La situación tan tremenda le ha podido estando en su estado. Las emociones fuertes no le convienen, ya se lo decía Carmen, su enfermera.
Las chicas se miran entre sí un poco preocupadas. Mónica mira a Dani sorprendida. Después de todo siente un poco de pena por Keyla. Y un poco culpable por su desmayo. Pero se lo merece, ella hizo sufrir a su chico, y ahora está pagando todo el daño que le causó. De todos modos, si es verdad lo que les ha contado sobre lo de las drogas que le hicieron tomar, lo mismo es verdad que no es tan culpable como ella creía.
La mira y dice:
- Voy a llamar a un médico.- Y sale deprisa de la habitación. Mira de un lado para otro buscando a un médico. Ve a una enfermera en la esquina del pasillo. Corriendo, se acerca hasta ella. La enfermera al ver a la chica se gira hacia ella.- Por favor, la chica...-Jadeante toma aire y prosigue- Keyla se ha desmayado.
- ¿Qué? ¿Keyla?- Carmen mira a la chica agobiada.- ¡Ella no puede desmayarse más en su estado!
- Pero si Keyla sólo tiene el brazo...- Mónica mira a la enfermera confundida.
- No, chica, no... Keyla está mas grave de lo que parece...- Carmen mira a la chica con preocupación.- Sufre arritmias muy graves por el efecto tan fuerte de las drogas...

Mónica (Capítulo 5)

Mónica (Capítulo 5)
<<¿Porqué a él...? ¿Porqué...?>>

Andrea ^^

Andrea ^^
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